El timo de la autoedición

Dónde se narra cómo vivir de inocentes autores

Como librero, y persona que se ha autoeditado alguna publicación, y que tiene buenos amigos que han hecho lo mismo, he visto demasiadas desilusiones en autores noveles.

  1. Errores de contenido y su no siempre barata solución
  2. Errores comerciales.
  3. El autor como cliente, o el tocomocho «editorial».
  4. ¿Qué hacer y cómo?

Concepto de autoedición

Stricto sensu la autoedición existe hace mucho. Autores que publican sus libros bajo su propio nombre y corriendo con todos los gastos, haciendo el trabajo de distribución y promoción, y quedándose con los beneficios. Se a por militancia o por negocio no es nada nuevo.

Hay otro fenómeno llamado impropiamente autoedición,, del que nos ocuparemos en este artículo. Nos permite publicar bajo el sello de una ¿editorial? pero pagando. Es lo que Hughes  y otros autores llaman Editorial de vanidad. Editorial de vanidad o editorial de vanidades o una editorial subsidiada es una editorial en la que los autores pagan para que se publiquen sus libros. Hablemos pues de este negociete, que muchas veces se disfraza bajo el nombre de coedición.

Errores de contenido y su no siempre barata solución

Un libro es para mucha gente la realización encuadernada de un sueño. Se pone cariño e interés. Pero sobre todo, ilusión.

ILUSIÓN  f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.

Dice el simbolismo occidental que las publicaciones son el Reino de Mercurio/Hermes. Es un dios de la cultura, la inteligencia y el comercio pero también del engaño, el embrollo y el robo. Vamos, que es un tipo listo, habilidoso, comunicador, ágil… y con cierta tendencia a liarla parda como Loki.En este primer punto intentaremos evitar el autoengaño.

Tras escribir algo debemos cambiar el chip. Ya no es nuestra creación. Es un puto producto que debemos poner en el mercado. Y es un mercado demencialmente competitivo.

La perspectiva del librero

Tengo en mi base de datos casi un millón y medio de títulos de los que llamamos «activos». No queramos pensar en lo que hay en segunda mano, y en lo que hay en plataformas de venta «online» que no consta en mi ordenador. Hablo solo de libro en papel en distribución comercial. Cada mes las editoriales sacan al mercado una burrada de títulos. 2000 novedades cada mes no es una exageración. De esas 2000 me entero solo de 500 a 600. Y de esas presto atención a unas 30 o 40. Luego miro mis estanterías y debo decidir que devuelvo a las distribuidoras  y que me quedo, porque no tengo sitio.

Ocasionalmente algún autor viene con unos ejemplares que se ha pagado para ver si me interesan. A todos les doy a misma respuesta: «Puedo cogerlos en depósito, pero no voy a comprar nada». A veces el contenido es bueno. Incluso tiene algún premio la obra. Peeeeeeroooo ¡JODER CON LA PRESENTACIÓN!

Lo primero que vende un libro es la portada. Y las ilustraciones la mayor parte de las veces son una castaña (con perdón de los frutos secos). Hechas por un amigo, o por los mismos autores, sobre todo en libro infantil, suelen tener la calidad de un examen de dibujo de enseñanza primaria. ¿Qué un buen diseñador o dibujante es caro? ¡Ya lo sé! También puede ser el 50% de la venta. Y no es un trabajo fácil.

Otro tema es la redacción. Poca gente redacta bien. Poner las comas en su sitio puede ser complicado. Y con frecuencia párrafos que los autores tienen clarísimos, no hay lector que los entienda. Corrección de texto y de estilo son tareas importantes. Y suelen tener un coste si queremos que loo hagan bien.

Errores comerciales.

¡Estoy en Amazon!

Toma y yo. Y en un mes bueno he llegado a sacar unos 15,27 euros. Euros que viven fundamentalmente para darle un poco mas de trabajo a la gestoría (¿Pero esto tiene IVA? ¿Te han hecho retención? ¿Y no haces factura?)

Algunos tiene el libro en plataformas de Internet muy conocidas y no venden. ¿Por qué? Vale que  el libro está en Amazon, en Casa del Libro, en Agapea, en Todostuslibros.com y en mil más. ¿Pero alguien se molesta en buscar ese libro, o tu nombre? Está perdido entre millones de otros libros. Con una foto de la portada, la sinopsis de la contraportada (necesariamente muy breve) y quizá con un enlace a un PDF con las primeras páginas. Foto, sinopsis y PDF que poca gente verá si no,lo busca a propósito. Entramos en el problema de la promocion.

La promoción

Pocos libros se venden solos. Una editorial seria apuesta por autores que van a mover el culo. Hay que hablar en publico, moverse en redes,  ir y venir, soltar el rollo en Youtube y hacer que algún youtuber se digne comentar nuestra magna obra en tono favorable. Que es el Reino de Mercurio, insisto. Eso lleva tiempo y con frecuencia dinero.  Si no vas a dedicarle ninguna de las dos cosas imprime unos ejemplares para los amigos en cualquier copistería y olvida el vender.

Además en Internet hay que emplear técnicas de SEO (posicionamiento en buscadores)  en las que competimos con empresas con grandes recursos económicos y personal muy cualificado. Solo acertar con las etiquetas adecuadas en Instagram (donde se mueven más usuarios de 16 a 30 años) exige afinar. Y puede que no sean las adecuadas para promoción en Facebook, donde los usuarios más activos tienen más de 50 años. Yo he llegado a tener el el Pinterest de mi librería  más de un millón de visualizaciones al mes. Mi publico tipo en Pinterest según las estadísticas es una mujer entre 18 y 30 años residente en México. Vamos, que las posibilidades de que pidan al otro lado del Atlántico un libro que pueden conseguir allí vienen a ser de CERO. Dicho en otras palabras, a mí Pinterest me sirve de muy poco.

Vamos, que si esperas que lo compren por casualidad dos personas y luego funcione el boca a oreja… O eres un crac de la escritura, o debes leer menos libros de autoestima, coaching y esos rollos. Aunque no sea lo que te da de comer, escribir es un oficio. Y o trabajas tú en vender, o alguien te hace el trabajo.

El autor como cliente, o el tocomocho «editorial»

En otros tiempos los autores iban pacientemente de editorial en editorial. Y estas con mayor o menor acierto decidían qué libros publicar. ¿Qué criterio seguían? Cuantos lectores puede estar interesados en la obra.

No siempre acertaban. Un buen ejemplo es Harry Potter. Fue sopocientas veces rechazado el manuscrito. Como más o menos dijo un editor «A mí me llegan a presentar un libro para niños de 9 años, tan gordo, sin una sola ilustración y lo tiro». Hizo falta mucha constancia hasta que Bloomsbury vió que había un nicho de mercado.

¡Huy, huy, huy! ¡ha dicho «mercado»! Pues sí. Las editoriales se mueven en un mercado o cierran. Y el mercado, los clientes, antes eran los lectores. Bloomsbury  adelantó una pasta por Harry Potter, no sin decirle a J.K. Rowling que de todas formas se buscase un trabajo normalito, porque de escribir para niños no es fácil vivir. Y tras adelantar esa pasta tuvo que pagar la impresión, y la distribución, y la promoción y confiar en que los lectores, el mercado, responderían y gastarían su dinero. Y eso es mucha más pasta. Se llama invertir. La apuesta funcionó para la autora, y para la editorial. Pero esto no siempre sucede. Hay muchos libros que acaban en papel reciclado. Ni siquiera en saldo.

El escritor como mercado

El avance de las técnicas de impresión ha permitido abaratar costes. Algunas pequeñas editoriales se permitían ya hace años tiradas cortas de no más de 300 ejemplares, al disponer de imprenta propia. Incluso algunas imprentas le hacían a algunos autores tiradas así, y les gestionaban el ISBN y esas zarandajas burocráticas. Pero la tirada media para que el precio medio de un ejemplar fuera razonable estaba en las 1000 unidades. Los costes de imprenta tradicional bajan mucho si las tiradas son grandes.

El salto tecnológico

Actualmente disponemos de impresoras que pueden imprimir un libro y encuadernarlo a partir de un fichero PDF. El coste por unidad baja en picado. Muchas pequeñas editoriales pueden editar libros con tiradas de 50 unidades a precios razonables. Los costes de corrección, diseño, publicidad, gestiones, etc. no han variado tanto. Pero el acto de «materializar» nuestro sueño y tocarlo con las manos está al alcance de muchos.

Desde luego , todos podemos escribir un libro en un tratamiento de textos, buscar una imprenta incluso a través de Internet, escoger el formato, las cubiertas, pagar por tarjeta y recibir el número de ejemplares que queramos. Siendo objetivos, el editor es prescindible. Siempre ha existido el autor que se plantaba en una imprenta con su manuscrito en papel y decía «quiero mil», pero ahora es mucho mas barato y cómodo. Cierto que tiene un defecto la edición de autor. No tiene el prestigio de llevar un sello editorial.

El editor nunca pierde

Y en ese «prestigio» y en resolver cuestiones técnicas es donde entra el «editor». Lo del «prestigio» vamos a dejarlo de lado. No es lo mismo que te publique Planeta, Alfaguara o Siruela que «Chelito Chen ediciones». Más que nada porque todos sabemos ya que Chelito Che publica a cualquier gamboso si paga, y los otros ponen su propio dinero.

Pero gamboso o no el autor,  si tropieza con un equipo verdaderamente profesional, que le solucione el diseño, la corrección de estilo, la maquetación, la imprenta, la distribución e incluso la promoción y publicidad, tendrá opciones de vender algún ejemplar. Pero esto no es gratis. Quien arriesga el dinero es el autor, no la editorial. Y así la editorial puede publicar y publicar libros y libros, buenos y malos. Al autor le cobran de 1200 a 2000 euros, y le dan 50 ejemplares como mucho. O te dan una docena y si quieres más te «hacen precio» y te venden los libros que tú ya has pagado. Le ponen la fotico en una web. Luego si se vende mejor para la editorial. Si no, la editorial ya ha tenido un beneficio. Negocio redondo.

Si la editorial hace bien el trabajo y la obra despierta interés del público (mercado) todo el mundo gana. Si no, el autor pierde. Porque editoriales que cobren van a decirle al autor «Mira. Esto que has escrito es una fui insoportable, no le interesa a nadie y no vas a vender una chapa». Ni siquiera le van a decir «Fallas en esto. Aciertas en lo otro. Cuando lo arregles, vuelve». Van a cobra como sea. Son empresas que viven de los escritores. Gran parte de ellas muy pequeñas. Y los escritores son gente ilusionada y, de forma mas o menos consciente, un poco ególatra. Bueno, a veces un mucho.

Hay editoriales de autoedición honradas. Conozco alguna. Pero de entrada, si no conoces el sector y no te la recomiendan, no esperes más que los cincuenta ejemplares y tu fotico en su web.

Conocer el comercio del libro

La mayoría de los autores cuando escriben su libro, son lectores que desconocen los entresijos del negocio editorial. ¡Huy, huy, huy! ¡ha dicho «negocio»!. Sí, negocio. No siempre es buen negocio, pero en general una editorial no va a poder permitirse perder dinero mucho tiempo. Tiene que ganarlo o morir.

La forma tradicional de repartir el dinero de un libro era: 10% para el autor, 30% para el librero, 30% para el editor y 30 % para el distribuidor. Hoy día los costes de distribución vienen a ser el 40%. Lo que disminuye el margen para el editor, para el autor y a veces para el librero.  Una pequeña librería recibe el 25 a 30% del precio del libro. Una gran librería o superficie suele exigir el 40%. Como se ve un libero para pagar el alquiler, la luz, los impuestos y sacarse un sueldo tiene que vender un montón de ejemplares. Por eso gran parte de las pequeñas librerías se han convertido en papelerías. Los bolis dejan más dinero que los libros.

Los costes de edición (editorial) y de distribución (distribuidora y librería) se llevan la mayor parte del dinero. Del dinero de la editorial debe salir la publicidad y demás formas de promoción. Y en las acciones de promoción la ayuda del autor es importante.

Cobrar los derechos de autor

Supongamos que el libro se vende. O mejor dicho, supongamos que el libro se compra. Cada cierto tiempo la editorial debe dar al autor información de los ejemplares vendidos, y pagar al autor por ello. Es un tema de confianza y hay que leer bien el contrato antes de firmarlo. Si bien  con empresas grandes no suele haber problema., con pequeñas tenemos que pedir referencias antes de embarcarnos. Pueden estar vendiendo ejemplares, imprimiendo sobre la marcha y decirle al autor que no se vende una chapa. Y si el autor tiene sospechas fundadas de que se ha vendido no tiene medios legales fáciles de demostrarlo. Tendría que tener acceso a la documentación del editor, de los distribuidores o de algunas librerías. He conocido algún caso de registro judicial en distribuidoras. Pero se trataba de una gran editorial extranjera y de un editor que había traducido sus obras y puesto a la venta, sin licencia. Pero claro, un autor individual no es una multinacional con un ejército de abogados en nómina. Si os equivocáis al escoger editor, vais de culo.

Hay distribución y distribución

Un caso que me he encontrado varias veces, la última ayer mismo, es el de «me ha dicho la editorial que mis libros los lleva la misma distribuidora que Planeta». Cierto, peeeero, si yo, librero, voy a la base de datos de la distribuidora no lo voy a encontrar. Los libros en distribución normal llegan a las librerías en firme con derecho a devolución (a pagar en 30, 60 o 90 días) o en depósito. En depósito quiere decir, que la librería los expone y los paga según los vende. Si bien el margen comercial del libro es muy inferior al de otros productos, estas opciones en cierto modo ofrecen una pequeña financiación a muy bajo coste a las librerías (bajo coste si no tenemos en cuenta las horas de trabajo que implica). Yo puedo ver el libro, exponerlo, intentar venderlo y si no funciona devolverlo pagando solo los gastos de  envío, o a veces en «recogida gratuita». Esta operación de devolución es muy frecuente, más que nada por el gran número de novedades que hay en el mercado español cada mes. Sencillamente hay que hacer sitio en los estantes como sea. Otros mercados, como el francés, son menos suicidas. Pese al mucho trabajo que implica, esta forma implica un coste bajo para la librería. En estas condiciones es posible tener libros autoeditados en la librería  y ver que pasa. ¿Por qué será que apenas tengo y casi todos los ha traído el autor? Si solo una de estas pseudoeditoriales tiene un fondo de más de 10,000 títulos, resulta que tendría que adelantar entre 120.000 y 160.000 euros. El análisis financiero de la operación se resume en: ¡NI HARTO DE VINO!

Pero si bien todos los autores de una distribuidora son iguales, unos son más iguales que otros. Depende de lo que pague el editor. Lo que he descrito es para editoriales que se juegan el dinero. Y en el caso de esa editorial va a un canal de distribución seguro. Cobran al librero por adelantado. Al fin y al cabo no se trata de libros de isabe Allende, Vargas Llosa, Pñerez-Reverte, María Dueñas… La ventaja es que en este caso puedo pedir un solo ejemplar sin que me cobren gastos de envío. La desventaja es que si no se vende, ni se como hacer la devolución. Lógicamente, si tengo que adelantar dinero jugaré igual que la autoeditorial. No pediré un libro que no me hayan encargado. Pero ni borracho voy a gastar un dinero que no tengo. Igual el prólogo se la ha escrito su madre.

¿Qué hacer y cómo?

Como verán estoy tocando solo los temas «materiales» del libro. Ni me ha preocupado en este artículo el contenido.

¿A quién vender el libro?

Ya se, Vuecencia tiene algo que aportar al mundo. ¿Pero quiere el mundo su aportación?

Un libro se puede escribir por muchos motivos. Como terapia personal (Harry Potter tiene mucho de eso), como negocio, como diversión. El motivo más frecuente es la vanidad.  ¡Qué se yo! Pero lo importante es quién va a leerlo. Si es una novela romántica o erótica puede olvidarse del 99% del público masculino. Fantasía suele ser para jóvenes. Novela negra parece que tiene un público más amplio. La cada vez menos vendible autoayuda suele tener un público femenino cuando se trata de temas emocionales, y de todo tipo cuando se trata de temas económicos. Libro infantil… ¿que tal se le da hacer el canelo en Youtube? Tiene que averiguar su público y buscar al forma de promoción adecuada.

Publicar el libro o conseguir que me lo publiquen

Es decir, me gasto la pasta y el tiempo, o que lo haga otro. Puede funcionar, como en Harry Potter, dar la tabarra en editoriales grandes. Pero sus servicios de admisión están bastante saturados. Conseguir que lo lean con atención va a llevar tiempo. Pero es como se ha hecho toooooda la vida.

Otra forma es conseguir que la editorial se interese en el libro. ¿Cómo? Publicando en Internet. El problema es que lo que voy a decir, hoy por hoy funciona bien con público joven. Personas de edad no leen en estos canales. Hay varias plataformas de este tipo. En ellas puede poner su obra, bien en capítulos o completa. Según el interés que despierte en los usuarios irá ascendiendo en el ranking. Si sube lo bastante las grandes editoriales mostrarán interés. Incluso algunas tienen su propia red para esto. Por ejemplo, Penguin Random Houes (propietarios de Alfaguara) mantienen la web http://www.megustaescribir.com/ donde cazan talentos. Wattpad ha sido la plataforma donde ha pescado grandes editoriales. En los siguientes enlaces tienen más información y alternativas.

https://www.mylibreto.com/es/club/wattpad-increibles-plataformas-escritores/ 

https://tecnoloco.istocks.club/7-alternativas-de-wattpad-que-los-lectores-y-escritores-deberian-considerar-usar/2021-06-07/

En general es un buen sistema si sabemos promocionar el libro. Cada plataforma tiene sus peculiridades. En unas conviene ir capítulo a capítulo captando lectores. En otras es cosa de votos. Esto me parece menos fiable, pero allá las editoriales con sus rollos.

Como no estoy teniendo en cuenta el libro electrónico no me extenderé más.

Si lo que quiere es que le publiquen el libro en papel pagando… Infórmese, pregunte a autores que se hayan autoeditado, A su librero de confianza de toda la vida, que a veces se entera de cosas.

Y planteesé si quiere hacer usted el trabajo de promoción y distribución y quedarse con todo. Esto es mucho trajín, pero le basta con acudir directamente a una imprenta. Eso sí, ojo que la imprenta no le meta papel  satinado de 120 gramos y otras lindezas que dispararán el precio.

ENLACES RECOMENDADOS

Además de lo que puse arriba estos enlaces son de interés